El desguace, ¿El final de una vida?

01.08.2014

¿A que aficionado del mundo del motor no le apetece darse por una vuelta en un desguace? 

Texto: Jaime Sánchez /Fotos: Rubén Sánchez


Hace ya algunos años, concretamente en marzo de 1998, en nuestra empresa familiar surgió la posibilidad de realizar un proyecto profesional que nos obligaba a incluir en nuestra flota dos vehículos industriales, pero como la idea era solo utilizarlos durante un corto periodo de tiempo fundamentalmente el tiempo necesario que durase el trabajo, no queríamos invertir mucho dinero en su adquisición y decidimos acudir a esos desguaces en que también tenían algo de compra-venta de vehículos de ocasión. Así que nos dirigimos a varios de los establecimientos de este tipo que estaban cercanos a la población de Barcelona. Después de visitar varios, en la población de L'Hospitalet, localizamos a muy buen precio las dos candidatas. Eran dos unidades gemelas del Renault 4 L Furgoneta que estaban en bastantes buenas condiciones y que con anterioridad habían pertenecido a la compañía eléctrica ENHER. En la pintura todavía se podía apreciar las marcas que las antiguas pegatinas con el paso del tiempo habían dejado calcadas.


El Hallazgo

Cuando ya nos marchábamos con nuestra misión cumplida, le pedimos permiso al propietario para dar una vuelta por las montañas de coches del desguace. ¿A que aficionado del mundo del motor no le apetece hacer esto? Lo cierto es que enseguida nos llamó la atención en la lejanía como asomaba el morro polvoriento de un Seat 1500, concretamente un monofaro de 1965. Fue como si nos hubiera olido, nos acercamos por curiosidad esperando que su estado fuese simplemente el que le correspondía dada su situación de estar en un desguace, pero no, de chapa estaba perfecto, sin ningún golpe, ni tan siquiera la más insignificante ralladura, pintura original Gris Marengo 610, faros cromados inmaculados, pilotos tricolor perfectos, parrilla radiador, hasta tenía el impuesto de circulación en el retrovisor interior, detrás la placa de la matrícula se adivinaban las antiguas del tipo relieve, en este caso de plástico remachadas. En conclusión, exteriormente se encontraba en extraordinario estado de conservación, en cuanto el interior la tapicería era original pero bastante desgastada por el uso y el paso del tiempo, aunque este punto para nosotros no era ningún inconveniente ya que siempre retapizamos todos los coches a origen por cuestiones higiénicas, también tenía un peculiar olor a rancio que en ese momento con la euforia no percibimos. El resto del interior estaba perfecto, su radio Marconi en funcionamiento hasta tenía el cambio de marchas en el lugar que le corresponde, en la columna de la dirección y de golpe el broche inesperado, ITV al día, sí sí, la ITV la tenia al día.


Un invitado inesperado

Preguntamos al propietario, Sr. Serret, sin demostrar un gran interés (ya me entendéis) si funcionaba y como no... arrancó a la primera, finalmente lo compramos por muy poco dinero pero el Sr. Serret nos puso una única condición, nos teníamos que quedar también con un Renault 8, que aunque también disponía de la ITV al día, el coche estaba repintado de color naranja y con algún inconveniente más que detallaremos más adelante. Después de pensarlo un poco.... (dos segundos) aceptamos el trato, no queríamos perder el Seat 1500, estaba perfecto, documentación al día y además era un modelo que queríamos incorporar a nuestra colección. Así que ese mismo día salimos del desguace con los dos clásicos en marcha, el Seat 1500 y el Renault 8. Las furgonetas ya las pasaríamos a buscar otro día.


El «Titanic»

Mi hermano Manuel se puso al volante del R8 y un servidor al del Seat 1500, con el ánimo de llevarlos a nuestro parking aunque dada la gran cantidad de polvo que acumulaban decidimos pasarlos por un túnel de lavabo, el 1500 salió airoso pero el R8... no tanto, entró tal cantidad de agua y por tantos puntos a la vez, techo, suelo, puertas, que mi hermano Manuel fue incapaz de contenerla por más que lo intentara, quedo chipiado hasta los calzoncillos parecía que se había caído a un río y para rematar el espectáculo merecía la pena ver al empleado del túnel de lavado secando el coche por fuera al finalizar el recorrido mientras el conductor sujetaba el volante con el pelo tan empapando que hasta le goteaban gotas de agua de la nariz, en fin todo un número.


Final del día

Al llegar a nuestras oficinas aparcamos el desafortunado R8 y continuamos probando el 1500 por las calles de Barcelona y de paso a recoger a mi hijo Rubén de su clase de piano, que al salir de clase y vernos encima de la acera esperándolo con el 1500 se quedo sin habla. Continuamos todos rodando con las ventanillas bajadas pese al frío ya que el olor a rancio y un misterioso humo que se manifestaba en el interior a través los aireadores nos impedía poder subirlas. Al rato paso lo inevitable, nuestro querido 1500, se paro, durante unos minutos se quedo muerto pero después de un poco de insistencia arranco de nuevo sin problemas.

Cabe reconocer la inconsciencia de salir a circular sin tan solo mirar los niveles, en fin cosas de la afición que espero podáis entender. Después de unos días, se traslado el coche a tapizar y revisión de motor. Ya en el taller, confirmamos que debajo de las matrículas que en ese momento llevaba, se encontraban las matrículas originales de remaches que son la que en la actualidad luce con orgullo.