Un utilitario con vocación a berlina
Corrían los años sesenta y España aceleraba hacia la modernidad. En una década marcada por el desarrollismo y los planes de estabilización económica, los coches se convirtieron en un símbolo de progreso y bienestar. En ese contexto, SEAT –Sociedad Española de Automóviles de Turismo– se consolidaba como la gran motorizadora nacional. Ya lo había conseguido con el SEAT 600, el popular "pelotilla", pero la creciente demanda de coches más espaciosos dio pie a una singular propuesta: el SEAT 800, un coche que combinaba lo mejor del 600 con un espacio extra para quienes soñaban con algo más.
Un invento a la española
El SEAT 800 no nació de la nada, ni tampoco lo hizo bajo el paraguas directo de FIAT, la firma italiana cuya licencia usaba SEAT para producir sus vehículos. En realidad, fue un desarrollo netamente nacional, adaptando la base del SEAT 600 pero alargando su chasis para crear una berlina de cuatro puertas. La idea original no era nueva: desde finales de los 50, algunos carroceros independientes como Serra o Costa habían experimentado con versiones alargadas del 600. Pero fue Carrocerías Costa, en Tarrasa (Barcelona), quien logró convencer a SEAT de la viabilidad del proyecto.
El resultado fue un coche estéticamente peculiar pero funcional: se alargó la carrocería en unos 18 centímetros, lo suficiente para añadir una segunda fila de puertas. Las puertas delanteras seguían siendo de apertura suicida, y las traseras convencionales. El acceso era notablemente mejor y el espacio para las plazas traseras, bastante más digno.
Si bien funcionalmente fue un acierto, el diseño del SEAT 800 siempre generó debate. Su alargamiento forzado rompía la armonía redondeada del 600 y le daba un aire alargado, casi caricaturesco. La disposición de las puertas –especialmente el cruce entre las de apertura suicida y las normales– generaba situaciones poco ortodoxas al entrar o salir del coche. Además, la escasa rigidez estructural del chasis original obligó a reforzarlo para evitar torsiones excesivas.
En términos de imagen, el SEAT 800 nunca fue considerado un coche bonito. Su estética era vista como un "apaño" más que una solución de diseño elegante. Pero eso no impidió que fuera apreciado por su utilidad, y muchos usuarios lo recordaron como un coche "familiar, robusto y agradecido".
Producción limitada pero significativa
El SEAT 800 se fabricó exclusivamente en España, en la planta de Carrocerías Costa bajo supervisión de SEAT. Entre 1964 y 1967 se produjeron aproximadamente 18.200 unidades, lo que lo convierte en un coche relativamente raro en comparación con los cientos de miles de SEAT 600 que salieron de la Zona Franca de Barcelona.
Pese a su escasa producción, el 800 gozó de cierta popularidad en contextos concretos: familias numerosas, taxis rurales, o usuarios que requerían un acceso más cómodo al coche. Algunos también vieron en él una forma económica de tener un coche "de señor", con cuatro puertas, sin salirse del presupuesto familiar.
Olvidado durante décadas
Si bien funcionalmente fue un acierto, el diseño del SEAT 800 siempre generó debate. Su alargamiento forzado rompía la armonía redondeada del 600 y le daba un aire alargado, casi caricaturesco. La disposición de las puertas –especialmente el cruce entre las de apertura suicida y las normales– generaba situaciones poco ortodoxas al entrar o salir del coche. Además, la escasa rigidez estructural del chasis original obligó a reforzarlo para evitar torsiones excesivas.
En términos de imagen, el SEAT 800 nunca fue considerado un coche bonito. Su estética era vista como un "apaño" más que una solución de diseño elegante. Pero eso no impidió que fuera apreciado por su utilidad, y muchos usuarios lo recordaron como un coche "familiar, robusto y agradecido".
